La magia de la pasta de plata
Compramos el kit básico de pasta de plata y decidimos hacer un colgante con forma de luna gracias a un molde de silicona.
Vimos el aspecto de la pasta de plata recién sacada de su envase, la tocamos, la manipulamos. No parecía muy distinto al común yeso húmedo. Teníamos serias dudas sobre si realmente aquella masilla acabaría, al menos, pareciéndose a la plata.
Llegó el esperado momento de la transformación. Nos leimos varias veces el apartado de cocción con cocina de gas en el libro Joyería Mágica de metal, releimos las breves instrucciones del kit básico. En aquel momento todavía no había hecho el curso básico de pasta de plata, así que todo era incertidumbre.
Pusimos la pieza encima de la rejilla del gas de la cocina y encendimos el fuego. Estábamos nerviosos, expectantes, inquietos. Apagamos las luces para ver mejor el tono anaranjado que la arcilla debía coger. Hicimos comentarios durante el proceso de cocción sobre si realmente aquel material se convertiría en plata. Bromeamos sobre si no sería una cara tomadura de pelo.
Acabó el proceso de cocción. Dejamos enfriar la pieza. La tocamos, al menos estaba bastante dura. Pero la capa blanca que la cubría no dejaba ver aún la plata. La cepillamos bien y…. ¡ohhh! Como la crisálida que se convierte en mariposa, nuestra pieza de arcilla se había transformado en plata pura.
Nunca olvidaré esos momentos de dudas durante el proceso de cocción, la espera cariñosa de nuestra primera joya, la magia de esa transformación.
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